ORACIONES

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Benedicto XIV estableció, en 1742, que durante el tiempo Pascual (desde la Resurrección del Señor hasta el día de Pentecostés) se sustituyera el rezo del Ángelus por la antífona "Regina Coeli".
G: Reina del cielo, alégrate, aleluya.
T: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.

G: Ha resucitado según su palabra, aleluya.
T: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.
T: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya. 





Novena a la Inmaculada Concepción de Maria

Oh María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Madre, el número inmenso
de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia, para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Dado en Roma, junto a san Pedro, el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, del año 1995, decimoséptimo de mi Pontificado.(Juan Pablo II)




Virgen de la Natividad


   A Tí. Señora del Silencio y de la Espera Serena. A Ti María que siempre estuviste dispuesta a decir Si a la voluntad de Dios; te pedimos que no dejes de interceder en favor de tus hijos para que cumplan fielmente la misión que les fué confiada en elReino.
  A Tí Virgen Madre, que concebiste primero en tu corazón y luego en tu seno virginal a Jesús, haz que nuestras almas se llenen de la Gracia del Espíritu Santo, como tu vida se llenó de su gracia.
  Preséntanos a Jesús, así como lo presentaste a los pastores y a los reyes, enséñanos el camino hacia El, ayúdanos a contemplar el gran misterio de su Amor.
  María Madre Misericordiosa. ruega por nosotros a Nuestro Señor Jesucristo.
  ¡Oh Jesús! Ven a vivir en tus siervos, en el espíritu de tu santidad, en la plenitud de tu poder, en la verdad de tus virtudes, en la perfección de tus caminos, vence al enemigo con el poder de tu espíritu para la gloria del Padre.
  Jesús. hijo de María, tómame como hijo tuyo. Jesús príncipe de paz, dame tu paz.
  Jesús, mi redentor, sálvame. Jesús. mi único Juez. perdóname.
  Jesús, pan viviente del cielo, sé mi comida eterna. Concédeme que en toda necesidad
llegue a Tí con confianza y humildad diciendo: ¡Ayúdame! Cuando me sienta solo y cansado, cuando fracasen mis planes y esperanzas, cuando me sienta impaciente y me resulte difícil llevar mi cruz; cuando esté enfermo y mi cabeza y mis manos no puedan trabajar. cuando otros me fallen... En todas mis dudas y tentaciones te suplico que tu Gracia me pueda asistir en cada momento y siempre: a pesar de mis debilidades y faltas de toda clase, Jesús ayúdame y no me abandones nunca.
  Dios, Padre Nuestro que contemplas la Natividad del Señor, concede que la humildad
de los pastores, la perseverancia de los reyes, la alegría de los ángeles, la fidelidad de
María y la Paz del Niño Jesús, sean tu bendición para nosotros, hoy y siempre. Amén.

PEDIR POR LAS INTENCIONES PARTICULARES, EN SILENCIO REZAR UN
PADRE NUESTRO, UN AVE MARÍA Y UN GLORIA.

Oración para la conciliación
  Mi Dios, fuente inagotable de gozo y paz, te pido la gracia de dar, compartir y consolar.
  Permíteme: aliviar el dolor de una herida, levantar un espíritu caído, solucionar una discordia, ir en busca de un amigo olvidado, desechar una sospecha y reemplazarla por confianza, animar a quien haya perdido la fe, mantener una promesa, enterrar viejos resentimientos y rencores, reducir mis demandas sobre los que me rodean, luchar por un ideal, expresar gratitud, vencer el miedo, apreciar la belleza de la naturaleza, decirle a los demás que los amo.
  Señor, Espíritu de amor, esperanza eterna, te ruego que pongas, en forma constante, directa e inmediata, nuevas ideas en mi mente, para acercar a todos a la luz de Tus palabras.       
  Bríndame nuevas perspectivas y enséñame a dirigir mi vida, con sus éxitos, fracasos, agonías y éxtasis, hacia la caridad que no espera recompensas. Renueva mi corazón y coloca en él deseos de paz y justicia. Fortalece mi voluntad, calma mis emociones. Permite que lo que escuche de Ti, interiormente, sea la silenciosa vuelta hacia Ti de las cinco facultades o poderes de percepción, a través de los cuales, creo verdaderamente, que haz venido a mí, una y otra vez, durante el transcurso de mi vida.
  Susurra palabras al oído de mi alma, estimula los recuerdos valiosos y necesarios para hacerle frente a los momentos de desaliento.
  Revélame: quién eres Tú, quien soy yo y que significa mi mundo y mi vida para Ti.
  Cristo, mi Sanador y mi Salvador, abandono a tus pies los recuerdos que me obsesionan, las ansiedades que me desconciertan, los miedos que me sofocan, la enfermedad que me acompaña y la frustración de todos los sufrimientos que se entrecruzan en mi interior.
  ¡Oh Señor! Ayúdame a ver: tu claridad en mi confusión, tu perdón en mi debilidad, tu luz en mi ceguera, tu misericordia en mi necesidad. Consuélame con tu infinito amor, oriéntame con tu sabiduría, fortaléceme con tu poder sanador y enséñame con tu verdad y tu vida. Amén.








Rvdo. Padre Ignacio Peries

Oración al trabajo
  “Concédeme la gracia del trabajo cotidiano” ¡Oh Señor! Que quisiste que la materia estuviese sometida al trabajo del hombre, concédenos, que realizando nuestro trabajo con espíritu cristiano, podamos practicar la mandada caridad con los hermanos y cooperar al perfeccionamiento de la creación divina.
  Señor, Tú que ordenaste al hombre mantener la creación a través del sudor y el trabajo, bríndanos tu gracia para que podamos cumplir tu mandato. Danos trabajos dignos, fuerza para nuestras manos, salud para nuestros cuerpos, haznos capaces de cumplir tu mandamiento.
  Derrama sobre nosotros abundancia de bendiciones para que, desde el lugar en que nos toque actuar, podamos acceder a todo aquello que nuestras familias necesitan.
  ¡Que nunca falte el pan en nuestras mesas! Que nuestros brazos, nuestra mente y nuestro corazón se abran al trabajo cotidiano para recibirlo en plenitud, que aprendamos a obrar con responsabilidad dentro de cada acción a la cual nos entreguemos, que comprendamos el valor de las pequeñas cosas que nos rodean, que se acreciente nuestra esperanza y podamos encontrar las soluciones deseadas.
  Padre bondadoso, que tu infinita misericordia ilumine nuestros pasos y nos conduzca por los caminos correctos para llegar a alcanzar todo aquello que pedimos con fe.
  Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Rvdo. Padre Ignacio Peries.








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